sábado, 27 de febrero de 2021

Princesas & Filósofos

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'Filósofos y princesas'

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May 8, 2017 — Isabel de Bohemia y del Palatinado fue una princesa calvinista que ... de su maestra, Isabel mantuvo su interés en el filósofo francés y movida ...

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Isabel de Bohemia: luces y sombras de la ciencia cartesiana ...www.uv.mx › articulos › mujeres
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Nos referimos a la princesa Isabel de Bohemia, a quien el filósofo dedicó su obra. ... maestro de reinas y princesas en esa época podía ser bastante redituable, ...

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Alianza Editorial, La filosofía de G. W. Leibniz aparece de forma a menudo más matizada en su correspondencia con princesas que en sus tratados o artículos.

Lo que podemos aprender de los filósofos clásicos en ...www.elmundo.es › Cultura
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Apr 1, 2020 — En tiempos de zozobra, volvamos a los clásicos. La pasión del conocimiento, personal y del mundo, viene de aquellos griegos y romanos que ...

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May 20, 2009 — ¿Será por esta vía por donde hay que buscar la confluencia entre las princesas y los filósofos ennuestro siglo? Porque no cabe duda de que el ...

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La filosofía de G. W. Leibniz aparece de forma a menudo más matizada en su correspondencia con princesas que en sus tratados o artículos. Y es que Leibniz ...

Isabel de Bohemia y del Palatinado - Wikipedia, la ...es.wikipedia.org › wiki › Isabel_de_...
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Isabel de Bohemia y del Palatinado, también citada en las fuentes como Isabel de Herford o Isabel de Hervorden (Heidelberg, 26 de diciembre de 1618-Herford, 11 de febrero de 1680), fue una aristócrata alemana (princesa palatina), notable filósofa y religiosa ... El filósofo le dedicó en 1644 Les Principes de la philosophie ("Los principios ...

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https://mujeresconciencia.com/2017/05/08/isabel-bohemia-descartes/
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Isabel de Bohemia y Descartes

Isabel de Bohemia y del Palatinado.

Princesa calvinista que vivió durante los años centrales del siglo XVII. (Nacimiento:Heidelberg, capital del Palatinado, el 26 de diciembre de 1618.)

Por su familia, implicada en la Guerra de los Treinta Años, tuvo una vida muy azarosa.

Ha pasado a la historia por dos motivos principales:
1. Una rica correspondencia con Descartes,
2. Gobierno de la Abadía de Herford, en Westfalia, durante sus últimos trece años de vida, donde dio protección a todos los perseguidos por razones de religión, fuese cual fuese su fe, que acudieron a ella.

Hija de Federico V, Elector del Palatinado (y rey de Bohemia entre 1619 y 1620) y de Isabel Estuardo (hija de Jacobo I de Inglaterra y hermana de Carlos I).

Infancia en Berlín con su abuela.

Con 10 años fue enviada a Leiden a estudiar. Isabel estaba extraordinariamente dotada para los estudios. Es posible que Constantijn Huygens fuese uno de sus instructores.

En 1639 inició una relación epistolar con Anna Maria van Schurman, a quien llamaban la Minerva holandesa por sus conocimientos de filosofía y ciencias. Anna Maria animó a Isabel a que estudiara historia, física y astronomía. Fue su mentora durante los años de formación de la princesa. Discrepaban sobre la filosofía de Descartes. Van Schurman defendía los puntos de vista aristotélicos. En 1642 Isabel leyó el Discurso y las Meditaciones, y conoció a su autor en persona en el otoño. Llegó a entablar con él una relación, principalmente epistolar, que se prolongó desde 1643 hasta la muerte de Descartes.

Relación de Isabel con Descartes

Isabel conoció a Descartes en el otoño de 1642.

En la correspondencia que intercambiaron abordaron temas muy variados.

Isabel pensaba que Descartes no había resuelto de forma satisfactoria el problema cuerpo-mente. Ella no entendía que dos cosas esencialmente diferentes, como la mente (cosa pensante) y el cuerpo (cosa espacial) pudieran interactuar, como afirmaba Descartes en las Meditaciones. Isabel le pidió que le explicara “las formas de las acciones y de las pasiones [del alma] sobre el cuerpo”.

En sus palabras:

"Dado que el alma de un ser humano es solo sustancia pensante, ¿cómo puede afectar a los humores del cuerpo a fin de causar las acciones voluntarias? Esa pregunta surge porque parece que el modo en que se mueve una cosa depende tan solo de cuánto se la empuja. Los dos primeros de estos elementos requieren contacto entre las dos cosas, y el tercero, que la cosa causalmente activa se extienda. Su noción del alma excluye totalmente la extensión, y me parece que algo inmaterial no puede tocar nada más. De modo que le pido una definición del alma que se aproxime a su naturaleza de un modo más exhaustivo que la que ofrece en sus meditaciones, es decir: quiero una definición que distinga lo que hace de lo que es.
16 de mayo 1643."

En su respuesta, Descartes trató de establecer un símil entre, por un lado, el movimiento de caída de una roca provocado por su peso, que es una característica de la roca, sin que sea necesaria la interacción con otro objeto, y por el otro, el movimiento del cuerpo provocado por el alma. A Isabel, sin embargo, esta respuesta no la convenció y le respondió diciéndole que “no veo por qué deberíamos convencernos de que un cuerpo puede ser empujado por algo inmaterial”. Le parecía más fácil atribuir extensión al alma que concebir algo inmaterial actuando materialmente sobre algo material. Descartes admitió que él tampoco sabía la respuesta.

Descartes, católico, dedicó la que él consideraba su principal obra, los 'Principios de Filosofía', a una princesa calvinista. Actuando de esa forma se colocaba a sí mismo en una posición arriesgada, lo que da una idea de la devoción que sentía por ella. Es más, su última obra, el 'Tratado de las pasiones' (1649), perseguía responder de forma sistemática a las cuestiones formuladas por Isabel. Descartes escribió: [que solo lo había escrito] “para que lo leyera una princesa cuyas capacidades mentales son tan extraordinarias que pueden entender fácilmente asuntos que parecen muy difíciles a nuestros mejores doctores.”

En la Enciclopedia Stanford de Filosofía: “una lectura cuidadosa de sus cartas a Descartes sugiere que la princesa tenía pensamiento propio acerca de algunas importantes cuestiones, como la naturaleza de la causación, la naturaleza de la mente, las explicaciones de los fenómenos naturales, la virtud y el buen gobierno”.

[
Notas

1. En 1999 Editorial Alba publicó en español la correspondencia entre Isabel y Descartes, por lo que quien esté interesado la puede consultar.

2. Radio Clásica dedicó este espacio en el programa Música y pensamiento al intercambio epistolar entre la princesa y el filósofo.
https://www.rtve.es/alacarta/audios/musica-y-pensamiento/musica-pensamiento-descartes-isabel-bohemia-16-10-16/3759178/

3. El poema completo de J. L. Borges, Descartes (La cifra, 1981), reza así:

Soy el único hombre en la tierra y acaso no haya tierra ni hombre
Acaso un dios me engaña.
Acaso un dios me ha condenado al tiempo, esa larga ilusión.
Sueño la luna y sueño mis ojos que perciben la luna.
He soñado la tarde y la mañana del primer día.
He soñado a Cartago y a las legiones que desolaron Cartago.
He soñado a Lucano.
He soñado la colina del Gólgota y las cruces de Roma.
He soñado la geometría.
He soñado el punto, la línea, el plano y el volumen.
He soñado el amarillo, el azul y el rojo.
He soñado mi enfermiza niñez.
He soñado los mapas y los reinos y aquel duelo al alba.
He soñado el inconcebible dolor.
He soñado mi espada.
He soñado a Elisabeth de Bohemia.
He soñado la duda y la certidumbre.
He soñado el día de ayer.
Quizá no tuve ayer, quizá no he nacido.
Acaso sueño haber soñado.
Siento un poco de frío, un poco de miedo.
Sobre el Danubio está la noche.
Seguiré soñando a Descartes y a la fe de sus padres.
]

[
Fuentes

C. Grayling (2017): La era del ingenio, Ariel, Barcelona (traducción de 'The Age of Genius', 2016; Bloomsbury Publishing Plc, Reino Unido)

Carmen Revilla (2002): El exilio de la razón: Isabel de Bohemia y Simone Weil ante la ciencia cartesiana. Convivium 15: 5-36

Elizabeth of the Palatinate (Wikipedia)

Elisabeth, Princess of Bohemia, Stanford Encyclopedia of Philosophy

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Sobre el autor
Juan Ignacio Pérez (@Uhandrea) es catedrático de Fisiología y coordinador de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU.
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Segunda entrada:

https://www.uv.mx/cienciahombre/revistae/vol22num2/articulos/mujeres/index.html

Isabel de Bohemia: luces y sombras de la ciencia cartesiana

(Autora: María Angélica Salmerón Jiménez)

REVISTA DE DIVULGACIÓN CIENTÍFICA Y TECNOLÓGICA DE LA UNIVERSIDAD VERACRUZANA. Volumen XXII-Número 2 [Mayo, Agosto de 2009]

En su carta del 16 de mayo de 1643 Isabel preguntaba lo siguiente:

“¿Cómo el alma humana (ya que no es más que una sustancia pensante) puede llevar a los espíritus del cuerpo a producir acciones voluntarias? Ya que parece que toda determinación de movimiento proviene de un impulso de la cosa movida, acorde con la manera en que es empujada por aquello que la mueve; y si no, depende de la calidad y figura de la superficie del segundo. Se requiere contacto para que se den las primeras dos condiciones y la extensión para el tercero. Usted excluye por completo la extensión de la noción del alma, y el contacto, por lo tanto, me parece incompatible con una cosa inmaterial”.

Exigía una definición más precisa del alma.

La respuesta de Descartes (21 de mayo de 1643) no deja lugar a dudas en cuanto a la relevancia que concedió a la pregunta de Isabel:

“Puedo decir con toda honestidad que la pregunta que Su Alteza propone puede ser formulada, con toda justeza, con base en los escritos que he publicado debido a que existen dos cosas en el alma humana de las que depende todo el conocimiento que podemos tener de su naturaleza: la primera, que piensa, y la segunda, que estando unida al cuerpo, actúa y sufre con él. He dicho muy poco refiriéndome a esta última cuestión y he estudiado sólo lo suficiente para entender adecuadamente la primera [en virtud de] que mi objetivo principal era comprobar la diferencia que existe entre cuerpo y alma, por lo que la primera cuestión, por sí misma, era suficiente, mientras que la otra habría sido un obstáculo. Sin embargo, como Su Alteza es tan aguda que uno no puede ocultar cosa alguna de ella, intentaré explicar la forma en la cual concibo la unión entre alma y cuerpo y cómo el alma tiene la fuerza para mover el cuerpo”.

A continuación viene una explicación del filósofo. Cottinham la resume así: «Descartes habla de tres categorías o nociones primitivas en términos de lo que pensamos acerca del mundo (“modelos que constituyen un patrón para nuestro conocimiento”). Hay extensión (que abarca la forma y el movimiento) que sólo le corresponde al cuerpo; pensamiento (que abarca entendimiento y voluntad), que sólo le corresponde a la mente y, finalmente, [la] “unión” de cuerpo y mente (que abarca los resultados de las interacciones psicofísicas, tales como las “sensaciones y pasiones”)».

A estas cuestiones volverá el filósofo en una carta del 28 de junio, ya que Isabel le ha vuelto a objetar en su carta del 10 o 20 de junio. Apunta la abadesa: «Y admito que sería más fácil para mí admitir materia y extensión en el alma que admitir la capacidad de mover un cuerpo y de ser movido a un ser inmaterial. Ya que si ocurriera lo primero mediante “información”, los espíritus que efectúan el movimiento tendrían que ser inteligentes, lo cual usted no atribuye a nada corporal. Y aunque en sus Meditaciones metafísicas muestra la posibilidad de lo segundo, es, sin embargo, muy difícil comprender cómo un alma, como usted la ha descrito, después de tener la facultad y el hábito de razonar bien, pueda perderlo todo debido a ciertos vapores, y que, aunque pueda subsistir sin el cuerpo y sin tener nada en común con él, sea de tal manera regido por él».

Ella seguía convencida de que los argumentos esgrimidos por Descartes no eran suficientes. Así, la correspondencia continúa entre preguntas, dudas, aclaraciones y sarcasmos.

Como ha señalado Watson: “En un maravilloso intercambio, Descartes pontificaba haciendo alarde de su autoridad (casi como un padre) e Isabel le replicaba airada y lo ponía en su lugar (casi como una hija)”.

En un diálogo que bien valdría la pena reconstruir en su totalidad, discutieron también sobre otras muchas cuestiones:
-la naturaleza soberana de Dios,
-el libre albedrío,
-la vida feliz y la relación entre la razón y las pasiones.

Ha dicho Cottingham: “En sus cartas, [Isabel] planteó preguntas acerca de la explicación de Descartes sobre la mente y su relación con el cuerpo que apuntaban con precisión hacia algunas de las principales dificultades de la postura cartesiana; las detalladas respuestas de Descartes son una fuente fecunda para los estudiosos de su filosofía de lo mental. La correspondencia con Isabel versa también sobre la relación entre la razón y las pasiones, y los pensamientos de Descartes sobre este asunto fueron después incorporados en su principal tratado fisiológico-psi-cológico-ético, Las pasiones del alma, publicado finalmente en 1649”.

Al final de su dedicatoria escribe el filósofo: “Tan perfecta Sabiduría me obliga a un respeto tal que no sólo entiendo que debo dedicarle este libro, que trata de Filosofía (pues no es otra cosa que el deseo de la Sabiduría), sino que tampoco poseo más celo por filosofar –es decir, por adquirir la Sabiduría– del que poseo por ser, Señora, el más humilde, obediente y ferviente servidor de Vuestra Alteza”. Nos queda, pues, como legado esta lección de Descartes: la historia no debiera olvidar el nombre de esta sabia mujer. Isabel de Bohemia merece ser recordada por sus propios meritos intelectuales


Para el lector interesado

Descartes, R. (1995). Los principios de la filosofía (“Carta a Isabel”: pp. 3-6). Madrid: Alianza Universidad.

Atherton, M. (1994). Women philosophers of the Early Modern Period. Indianápolis, IN: Hackett Publishing Company.

Alic, M. (1991). El legado de Hipatia. Historia de las mujeres en la ciencia desde la Antigüedad hasta fines del siglo XIX. México: Siglo XXI.

Martino, G. y Bruzzese, M. (1996). Las filósofas. Madrid: Cátedra.

Watson, R. (2003). Descartes, el filósofo de la luz. Barcelona: Vergara.

Cottingham, J. (1995). Descartes. México: UNAM.

[La traducción de la correspondencia Isabel-Descartes es de Mario C. Márquez, integrante del Proyecto de Investigación “Ciencia, Filosofía y Cultura” de la Facultad de Filosofía de la Universidad Veracruzana.]


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